martes, 23 de noviembre de 2010

En la puerta de su casa


Una idea tonta, ¿en qué momento se me había ocurrido?
Camine lentamente hacia la puerta. Cada paso que daba me hacía dudar más, como si en algún momento fuera a entrar en razón y me diera la media vuelta olvidándome de todo, pero cuando menos me di cuenta ya estaba frente a la puerta. Empecé a temblar, no sé si por miedo, nervios o frio pero estoy segura de que empecé a temblar. Me sentía un poco ridícula, temblando frente a su puerta sin saber exactamente qué estaba haciendo ahí.
Levante la mano lentamente y di tres toquidos a la puerta, suaves casi como queriendo que no los escucharan. Pero era muy tarde, escuche que alguien gritaba algo y luego pasos dentro de la casa dirigiéndose a la puerta. Mi corazón empezó a acelerarse, sentía una pequeña sensación, y luego sentí ganas de abrir la puerta y decirle todo, absolutamente todo. Abrió la puerta una niña, no pasaba de los doce años.
-¿Sí?
-Hola, ¿está tu hermano?-le pregunte con una voz un poco temblorosa.
-Sí-se quedó callada y hubo un silencio un tanto incómodo.
-¿Puedes hablarle?-asintió y se metió a la casa gritándole a su hermano, oí pasos bajando escaleras, me puse nerviosa ahora si sería él. Abrió la puerta, y ahí estaba, sorprendida un poco de verme ahí.
-¿Paola?- Me puse nerviosa, era, creo, la primera vez que lo escuchaba decir mi nombre, no era realmente como me lo imaginaba, pero era algo, abrí la boca pero no salió nada de ella.-¿Qué haces aquí?-pregunto mientras no dejaba de observarme.
-Esque…pasaba por aquí…y…-sentía como mi lengua se pisaba y no se entendía nada de lo que decía.-Y…pensé….en… ¡Hola!-dije sonriendo y saludándolo con la mano.
Se rió fuertemente, en ese momento empecé a ponerme roja, sentía como la cara se me empezaba a calentar, y como los ojos se me empezaban a poner vidriosos por el mismo calor de mi cara. Balbuceé y no pude decir nada, el siguió riendo no era una risa burlona, pero era diferente.
-¿A decir hola?-dijo el cuándo dejo de reír. No supe que decir, me quede callada y se puso un poco más serio.-Entiendo, hola también, ¿nomas a eso viniste?
Estaba parado ahí enfrente de mí, viéndome, yo seguía totalmente roja, lo podía sentir, veía como sus ojos pasaban por mis mejillas y luego a mis ojos.
Di un paso para atrás, y luego me di la media vuelta y empecé a caminar, cuando había avanzado unos pasos lo escuche gritar.
-Está bien, perdón Paola, no sé qué me paso, ven por favor.-Seguí caminando, escuche sus pasos detrás de mí, y luego sentí su brazo detenerme.-Paola, perdón, no quería reírme, pero no sé, perdón.
Volteé a verlo con unos ojos brillosos, una lágrima corría por mi mejilla cuando me detuvo.
-No…necesitas pedir perdón, me voy.-dije yo entre sollozos, pero su brazo me seguía deteniendo.-Suéltame.
Hizo que me volteara a verlo, esquive sus ojos para que no me viera llorando.
-Discúlpame, no era mi intención hacerte sentir así, en serio.-lo mire a los ojos y vi algo de sinceridad en sus ojos.
-Está bien, tal vez exagere un poco.
-Que linda, por venir a decir hola nadamas.-dijo el sin soltarme el brazo, pero sujetándolo más ligeramente.
-Bueno no es lo único que venía a decir.-dije un poco más tranquila.
-¿Entonces?
-También quería decirte que, me agradas.-dije mientras me volvía a poner roja.
-Tú también me agradas, aunque no te conozca muy bien.-sonrió, pero no había entendido.
-No, realmente me agradas.-le dije viéndolo directamente a los ojos por primera vez.
-Ouch, eso cambia el asunto.-dijo el soltándome el brazo.
-Creo que no te lo debí de haber dicho.-dije mientras miraba al piso.
-No, está bien, es importante que lo digas, malo fuera que te lo quedaras guardado, es solo que no puedo decir lo mismo.
-Entiendo, solo quería decírtelo.
-Gracias, supongo que es muy importante para ti, y para mí lo es también.
-Está bien, entonces tengo que irme, solo…quería decir eso.
-Que te vaya bien, entonces, y lo siento por no poder darte lo que buscas.
-No te preocupes, no siempre se puede tener lo que uno quiere.
Me alejé molesta, ¿Cómo era capaz de decir eso sin siquiera conocerme realmente? Apenas sabía mi nombre.
-¡Paola!-volteé cuando grito mi nombre.- Encontraras a alguien mejor.
Sonreí y me alejé.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Fragmento


Un pequeño fragmento de un cuento que estoy escribiendo:
Solo era una silla, nada mas, no tenía por qué ser tan importante.
Se acercó a ella, realmente no tenía nada especial, cuatro patas, hecha de madera, vieja por lo visto, crujía un poco al momento de sentarse, no era muy cómoda, sin duda en sus tiempos debió de haber sido una silla barata, ahora no costaba ni un décimo de su precio original, se notaba que la habían pintado varias veces, quizás para aumentarle su valor, tenía astillas y un diseño muy antiguo, no tenía nada especial, absolutamente nada. Pero era tan intrigante.
La toco con una mano, o por lo menos eso intento, pero se detuvo a escasos centímetros de ella, como si algo le impidiera tocarla, quería sentir la madera bajo sus dedos, las astillas, pero no pudo, algo se lo impidió.
Volteo la mirada para no verla, incluso el verla le molestaba, le desesperaba, no era más que una silla, ¿Por qué tenía que elegir esa? ¿Qué tenía de especial?
Se oyeron pasos en el piso de arriba, volteo su cabeza y miro el techo hasta que los pasos pararon, casi justo en su cabeza, dejo de voltear y recordó la silla, seguía ahí, ajena a todo lo que ocurría alrededor de ella, como si todo lo que no fuera ella no importara absolutamente nada, y para él así era, o por lo menos así parecía en ese momento.
Estiró la mano una vez más, ahora sí estaba decidido a tocarla, soltó un suspiro y se alejó. Simplemente no podía, era imposible para él en ese momento. Camino hacía la ventana, afuera la ciudad seguía su rumbo, fuera de él, fuera de la silla, fuera de ese cuarto.
Los pasos se volvieron a oír en el piso de arriba, esta vez con mayor estruendo, cada paso que se escuchaba era más fuerte que el anterior, después alcanzó a escuchar una puerta, y después pasos bajando la escalera. Volteó hacía el pasillo que llevaba a las escaleras y apareció. Su miradas se cruzaron él asintió y ella siguió su camino a la puerta, soltó un leve murmullo y salió.
Él la siguió por la ventana, la vio caminar por la calle, saludar a unas cuantas personas y desaparecer al doblar la esquina. Después de eso la casa se volvió totalmente silenciosa, y eso solo acrecentaba la esencia de la silla que ahora estaba a sus espaldas.
La vio fijamente, no era más que una silla, no tenía por qué intrigarle tanto, se dirigió decidido a ella y a escasos centímetros estiro la mano, el contacto de la madera rasposa en sus dedos le hizo darse cuenta de lo que estaba haciendo, la sujeto fuertemente, se sentía muy rugosa, se podían distinguir algunas astillas, sentía hasta el color, ese café despintado y vuelto a pintar tantas veces, un disfraz para hacerla parecer algo que hace mucho tiempo dejo de ser. Puso la otra mano sobre ella y después algo atrevido surgió en su cabeza, sentarse. ¿Por qué no? Para eso estaba hecha, y de eso funciono tanto tiempo. Se sentó rápidamente, sin pensarlo, pero en el momento en que su cuerpo descanso se arrepintió de haberlo hecho, una gran depresión se apodero de él, tantas cosas tantas palabras, recuerdos, sentimientos volvieron a su mente.
Se levantó rápidamente, no se atrevía a mirar a la silla, había roto su promesa, una promesa que había tratado de mantener desde el día que la hizo y en ese momento había desperdiciado todo ese tiempo, como si nada más importara realmente.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Un día como este

Un día como hoy pueden pasar tantas cosas. No es necesario esperar un día especial para que te pase algo interesante, lo mas interesante que pasa en la vida es lo espontáneo.

Un día como hoy me han pasado tantas cosas, aunque tengo que aceptar que cuando me levante pensé que seria un día de mala suerte, me regrese tres veces a mi casa porque siempre me acordaba de que se me había olvidado algo mas, luego en el camino a la es escuela me acorde que cada quien hace su propia suerte, es ahí donde me quede pensando, si cada quien hace su propia suerte entonces uno es responsable de todas las cosas malas y buenas que le pasan en la vida.

A veces miro a algunos compañeros de clase, y por un momento los envidio ligeramente, a mi también me gustaría vivir la vida sin pensar en las cosas, sin analizar lo que me pasa en la vida, luego me siento bien y porque yo entiendo muchas cosas que ellos nunca se van a imaginar, y es mucho mejor analizar todo, saber porque pasan las cosas.

No existe una verdadera forma de ser que sea perfecta, lo mas importante es que tu forma de ser sea exactamente lo que tu quieres, y no lo que otros quieren de ti.

Y se que es un discurso muy usado, y yo se que en muchas partes sale, pero es realmente lo que pienso.