viernes, 30 de septiembre de 2011

Un café


No podía recordarlo con facilidad, era como si simplemente no hubiera pasado, como si fuera el recuerdo de otra persona y él solo lo estuviera tratando de recordar. Se sentía tan lejano e irreal que el solo hecho de tratar de traerlo al presente parecía un proceso complicado. Recordaba escenas fugaces, una noche, una historia, una pelea, pero nada concreto.

Miró su vaso, no había tomado mucho de su café, aún se sentía caliente el vaso y lo sujetaba fuerte con una mano. Tenía la mirada fija en la puerta y veía como a través del vidrio seguía cayendo nieve en la calle. El cielo seguía siendo gris hasta donde le alcanzara la vista y el frio podía verse desde su lugar. El reloj marcaba cinco para las seis, después de verlo se acercó el café a los labios.

Se esforzó un poco más para recordar, pero le parecía algo imposible. La recordaba a ella, de eso si estaba seguro. Sus dientes blancos, su sonrisa contagiosa, sus labios rosas, su nariz pequeña, y sobre todo los puntos que alrededor de sus mejillas formaban unas pequeñas pecas. Recordaba sus ojos, grandes, atentos a todo lo que sucedía cerca de ella. Recordaba haber estado con ella en algún momento perdido entre los años de preparatoria. En su mente existía la idea de que llegó a ser una persona importante y que por azares del destino habían estado juntos.

Recordaba el antes de todo eso. Los años de secundaria, de preparatoria, las fiestas, los bailes. Recordaba el después, separaciones, decisiones, despedidas, graduación. Pero no podía recordar ese durante, no lograba llegar a su mente de ninguna manera.

Levantó la cabeza y vio el lugar vacío en frente de él, el reloj y por último la puerta. El local no era muy grande por dentro, había siete mesas colocadas de una manera casi estratégica. Dos de ellas estaban ocupadas, la primera por una pareja que discutía en voz baja para no llamar la atención, en la otra una mujer que tomaba café mientras leía un pequeño libro negro.

Pudo recordar la última vez que la vio. Claro que para ese entonces ya eran únicamente amigos, y ella ya había salido con otras personas, aunque él seguía aferrado a lo que en su tiempo fue. Era una noche de verano y estaban en una boda. Habían ido separados como era de esperarse, pero por alguna razón terminaron hablando toda la noche. Una conversación sin rencores, ni sentimientos encontrados; comentarios graciosos, burlas, risas y la promesa de volver a salir algún día.

Tuvieron que pasar dos años para que esa promesa se volviera realidad, y ahora él estaba sentado expectante a que ella cruzara aquella puerta.

Volvió a mirar el reloj, pasaban ya diez minutos de la hora que había dicho, se volvió a acercar el café a los labios y bebió un poco. Trato de recordar su primer beso con ella, aunque no lograba sentirlo como un recuerdo suyo tenía una vaga imagen de una historia, como si lo hubiera visto en una película o leído en alguna parte. No tenían mucho de estar saliendo, era un día de inicios de otoño o por lo menos algo así recordaba. Habían estado juntos todo el día pero no lo habían planeado de esa manera. Se conocían desde varios años atrás, pero hasta ese momento no se habían dado una oportunidad. Era de noche ya, y aunque no lo habían planeado se habían quedado solos.

Mientras iban en el carro él pensaba en besarla pero no encontraba el momento para hacerlo. Tampoco se sentía de cierta manera seguro de que podía hacer eso. Cuando llegaron a su casa ella tardo para despedirse. Se quedaron platicando en el carro de cualquier cosa, parecía que era la primera vez que salían solos. Él se bajó, le abrió la puerta y la acompaño hasta la puerta. Ella lo miro, se acercó, le dio las gracias y lo abrazó. Él la abrazó y al momento de separarse y despedirse la comisura del labio de ella rozó ligeramente la de él, ambos sintieron los labios del otro y se separaron sin estar seguros de si había sido un beso o no. Ella lo miro y se acercó un poco más, él hizo lo mismo y sin darse cuenta sus labios ya se habían encontrado. Esta vez estaban los dos seguros de que era un beso, su primer beso.

Miró su café, el sonido de la puerta lo hizo voltear, pero no era ella. Un señor de unos cuantos años entró y detrás de él la calle seguía vacía. El reloj marcaba ya 20 minutos más de la hora que habían acordado. Trató de mantener la calma y le dio otro trago a su café.

Tal vez se había precipitado mucho. Tenía dos años sin verla, quizás haber hablado bien con ella antes de invitarla, se dejó llevar por el momento. La había encontrado en una tienda, la coincidencia los llevó ahí. Cuando la vio no pudo evitar sonreír un poco, y ella hizo lo mismo.  Se saludaron y después de hablar un poco él la invitó a ir por un café el jueves. Ella aceptó y quedaron así, de una manera informal, sin darse números de teléfono, sin nada.

Siguió tratando de recordar algún otro momento con ella, venían a su mente algunas discusiones. No era común que discutieran, en realidad habían tenido que pasar varios meses para que tuvieran su primera discusión. De cierta manera siempre estaban de acuerdo en las mismas cosas, y cuando algo no parecía estar bien lo resolvían sin problemas. Pero un día simplemente no pudieron y empezaron a gritarse el uno al otro, el tema de la discusión no importaba, era la primera vez que se decían palabras de ese tipo el uno al otro. No paso a más pero el efecto de la primera discusión quedo durante un tiempo.

Miró la puerta y vio entrar a una pareja agarrados de la mano. Quizás su relación no había sido tan perfecta como él recordaba. En su mente vagaba una idea de haber tenido una de las relaciones más perfectas de su historia. Pero no estaba seguro si realmente había sido así o si eran simplemente una combinación de una relación real con escenas de comedias románticas, canciones e historias que había escuchado en alguna parte.  De cierta manera después de tanto años había perfeccionado los malos detalles de ese tiempo para convertirlos en lo que a él le gustaba recordar de vez en cuando, y esperar encontrar a alguien que lo hiciera sentir de la misma manera que ella.

Bebió otra vez de su café, estaba empezando a enfriarse. Dejó de ver el reloj y la puerta. Una pequeña idea de que tal vez no llegaría empezó a hacerlo sentirse un poco inquieto. Se habían prometido aquella salida y era su momento para demostrarle que todavía sentía algo por ella, que después de ese tiempo y de las personas con las que había estado ella seguía siendo la más importante.

Llegó a su mente el recuerdo de cuando ella se separó por primera vez de él. O más bien de cuando ella dejo de confiar en él, lo que significaría el fin de su relación. Habían pasado ya varios meses, ocho para ser exactos. Su relación, aunque había tenido sus altas y bajas, seguía siendo tan estable como siempre, las discusiones no eran tan frecuentes pero habían dejado de ser un momento desconocido para ambos.  A pesar de que a lo largo de la relación ambos seguían saliendo con amigos y amigas las cosas nunca se habían complicado hasta aquel día.

Era un viernes por la noche y él había salido con varios amigos. Conoció a una chica aquella noche y después de hablar con ella durante toda la fiesta se ofreció a llevarla a su casa. No estaba muy seguro de lo que había pasado pero al día siguiente ella parecía haberse enterado. Reaccionó de una manera muy tranquila pero eso no evitó que le pidiera dejar de salir.

Los primeros días después de eso él no podía creer lo que había pasado, pero después de unas semanas siguió su vida, así como había visto a ella hacerlo como si nunca hubiera pasado nada y como si en realidad nunca hubieran estado juntos.

Pasaron muchos meses hasta que se volvieron a ver, y aunque él seguía sintiendo algo por ella no pasaría nada, o por lo menos eso pensaba él. Por alguna extraña razón un día se quedaron solos, y sin darse cuenta se volvieron a besar. Pero después de haberse besado él notó cierto arrepentimiento en la expresión de ella. Esa no sería la última vez que llegará a pasar eso pero él sentía que realmente ella se arrepentía de que esas cosas pasaran.

Bebió de su café mientras veía por la ventana, la nieve ya había parado pero las calles seguían tapizadas de blanco. Por la calle se veía  a la gente abrigada caminar, se notaba claramente el humo de su aliento cada vez que exhalaban. Los carros pasaban por la calle con precaución, aunque ese era el tercer año consecutivo que nevaba la gente seguía sin estar acostumbrada a manejar en la nieve.

Al final de ese año fue la última vez que estarían juntos como pareja y después de eso cada quien saldría con diferentes personas. Estaban seguros de que no podían seguir juntos, ella simplemente no confiaba en él. La relación había dejado de ser lo que era y simplemente era una sombra de lo que un tiempo fue. Después de haber estado juntos ocho meses y saliendo un mes se separaron de una manera casi definitiva.

Pasó un año hasta que se volverían a ver pero esta vez ya sin rencores, sin ideas de estar juntos otra vez. En esa boda sería la última vez que la vería, y seguía sin estar seguro de si realmente sentía algo por ella.

Dio un trago a su café y soltó un suspiro. Aquellos recuerdos le hacían entrar en cierto estado de melancolía, o tal vez había sido el café. Pero sentía un extraño vacío en el estómago.  

Habían pasado dos años después de eso y su vida se había normalizado de cierta manera. En todo ese tiempo había sabido muy poco de ella, chismes que de vez en cuando le decían pero no estaba muy seguro de si eran ciertos o no. De cualquier manera había perdido gran importancia en su vida. De vez en cuando recordaba algo de aquella relación pero conforme pasó el tiempo esos recuerdos se volvían imágenes combinadas.

Ese día que la vio en la tienda parecía tan diferente, en algún momento pensó que ella se había emocionado igual que él por verlo, pero fue simplemente una idea que él mismo creo, parecía feliz sin duda, pero feliz por encontrarse con alguna vieja amistad, era como si hubiera olvidado lo que había pasado, como si ese tiempo juntos en realidad no hubiera pasado ni importado.

Dio un último trago a su café, miro por la ventana y vio la calle vacía. Agarro sus cosas de la mesa, tiró el café a la basura y abrió la puerta. Afuera hacía mucho frio y aunque el reloj marcaba las 6 con 53 minutos el salió con una gran sonrisa pintada en su rostro.

1 comentario:

A. Naguiba dijo...

Beuna historia (de esas que nos pasan todo el tiempo) Me gustó el final: poco convencional, pero que deja con un buen sabor de boca.